La economía checa muestra señales de recuperación moderada, aunque persisten riesgos externos y una debilidad estructural en la industria. El crecimiento del PIB, acompañado de un repunte en la construcción y un control relativo de la inflación, contrasta con la fragilidad del sector manufacturero y los desafíos que plantean los aranceles estadounidenses y la dependencia del mercado europeo.
Durante el segundo trimestre, el Producto Interno
Bruto de la República Checa aumentó un 2,6 % interanual, lo que superó las
previsiones iniciales y llevó a los analistas a elevar las proyecciones para el
cierre del año a más de un 2 %. El repunte estuvo impulsado principalmente por
el consumo de los hogares, apoyado en el aumento de los salarios reales y una
inflación relativamente contenida en torno al 2,5 %. El Banco Central espera
que este ritmo pueda mantenerse también en 2026. La construcción, especialmente
la vinculada a infraestructura, creció más de un 6 % en el trimestre, mientras
que la industria avanzó un 2,2 %, con un papel destacado del sector automotriz
y de la producción militar.
En julio, la industria checa prolongó su racha positiva con un crecimiento del
1,8 % interanual. Sin embargo, expertos advierten que, en perspectiva de largo
plazo, el sector permanece estancado. El motor sigue siendo la industria
automotriz, acompañada por la producción de caucho y plásticos. Los pedidos
industriales aumentaron un 6,6 % en comparación con el año anterior, aunque en
rubros como la electrónica y los metales básicos la demanda se redujo. El
empleo industrial, en cambio, se debilitó con una caída cercana al 2 %, lo que
refleja cambios estructurales y procesos de automatización.
El sector de la construcción se consolidó como uno de los pilares del
crecimiento económico, con avances de dos dígitos en comparación anual. El
impulso proviene de la inversión pública en infraestructura de transporte y de
una base estadística baja tras años de debilidad. A pesar de la estacionalidad,
los proyectos autorizados en julio crecieron casi un 38 % en valor respecto al
año anterior, lo que sugiere que esta tendencia podría continuar mientras
existan recursos para financiar nuevas obras.
En el frente externo, la balanza comercial registró en julio su primer déficit
del año, cercano a 73 millones de dólares, debido al encarecimiento de los
metales y la presión de los aranceles estadounidenses sobre los automóviles
europeos. No obstante, las exportaciones de vehículos ayudaron a amortiguar el
impacto. Esta vulnerabilidad frente a decisiones externas resalta la
dependencia checa de los mercados globales, especialmente de Alemania y Estados
Unidos.
En cuanto a los precios, la inflación se moderó al 2,5 % en agosto, ayudada por
la caída del 4,4 % en los costos de energía y combustibles. Sin esa variable,
el índice habría alcanzado el 3,5 %. Los alimentos, bebidas y tabaco aumentaron
un 4 % y los servicios un 4,7 %. El control relativo de la inflación, combinado
con salarios en ascenso, ha fortalecido la capacidad de consumo interno, un
factor clave en la actual fase de recuperación.
Elaborado por el
equipo de Czechtrade Colombia
Fuentes: https://www.irozhlas.cz/; https://ct24.ceskatelevize.cz/